El Microbiota vaginal

La vagina alberga cientos de bacterias. Veamos cómo funcionan y por qué tenemos que cuidar de nuestro microbiota.

¿Qué es exactamente el microbiota vaginal?

EL Microbiota vaginal, es el conjunto de microorganismos que habitan la vagina y que forman parte de la flora humana.

¿Por qué desempeña el microbiota vaginal un papel importante en la salud?

Estando en equilibrio, forman el ácido láctico que tiene papel protector.

¿Cómo evoluciona el microbiota vaginal a lo largo de la vida?

El Microbiota Vaginal, varía bastante desde la niñez a la menopausia, la misma va cambiando con cuestiones Hormonales, diferentes etapas por la que pasan las mujeres (menstruación, embarazo, uso de anticonceptivos, menopausia).

¿Cuáles son las funciones del microbiota en la vagina?

Las bacterias del Microbiota Vaginal contribuyen a mantener una vagina sana, evita que en ello prolifere organismos patógenos, que puede conllevar a problemas vaginales, mantiene un PH ácido que impide el ascenso de gérmenes.

Sus funciones:

  • Estimula el sistema inmune.
  • Secreción de moco.
  • Actúa como escudo contra otros microorganismos.
  • Mantiene el PH ácido.

¿Cuáles son las enfermedades asociadas con un desequilibrio del microbiota vaginal?

Su desequilibrio conlleva a lo que llamamos Disbiosis vaginal, donde se pierde el predominio de los lactobacilos, favoreciendo que la vagina sea colonizada por gérmenes patógenos.
Algunas de las enfermedades que favorece lo último:
Vaginosis bacteriana, Candidiasis recurrentes Herpes, y muchos otros.

¿Cuándo se habla de una disbiosis vaginal y con que está asociada?

Disbiosis: desequilibrio de la flora vaginal y está asociada con el picor, la irritación, la sequedad y las molestias. Son signos de un cambio en la población de microorganismos de la flora vaginal.

Conociendo los factores que pueden afectarla directamente, ¿cómo podemos cuidar del
microbiota vaginal?

Mantener el equilibrio de la flora vaginal está directamente relacionado con unas pautas de higiene adecuadas, así como con una alimentación saludable:
Mantén tu área genital limpia y seca.
Utiliza jabones específicos para zonas delicadas y evita los geles con perfumes fuertes. Tampoco te apliques aerosoles, fragancias o polvos de higiene femenina en la zona.
No realices duchas vaginales.
Aunque muchas mujeres se sienten más limpias si toman duchas vaginales después de la menstruación o tras las relaciones sexuales, ello puede empeorar el flujo vaginal, debido a que este tipo de duchas elimina bacterias sanas que recubren la vagina y que se encuentran allí para protegerla contra una infección.
Extrema la higiene en las relaciones sexuales.
Cuida especialmente la higiene antes y después de mantener relaciones sexuales. También es conveniente orinar inmediatamente después.

Mejor, las compresas.
Durante el ciclo menstrual, es preferible que utilices compresas a tampones; reserva estos tan sólo para cuando más los necesites. Tampoco el uso continuado de protectores o salvaslips está recomendado, ya que dificultan una correcta transpiración.
No utilices ropa demasiado ajustada.
Unos pantalones demasiado ceñidos pueden llegar a causarte irritación. Por otra parte, recurre a la ropa interior de algodón y a los pantis o medias con entrepierna también de algodón. Es mejor que evites la ropa interior de seda o nailon, ya que estos tejidos pueden incrementar la sudoración en el área genital y ocasionar irritación.
Cuida tu alimentación.
Si tu dieta es excesivamente rica en hidratos de carbono, intenta reducir su ingesta, pues el exceso de carbohidratos favorece el crecimiento de bacterias patógenas en el tracto intestinal y urinario. Si tienes diabetes, controla también tus niveles de azúcar en sangre. Toma al menos dos yogures al día, porque suelen contener probióticos que son necesarios para mantener el equilibrio de la flora intestinal y vaginal. Y, en general, reduce la ingesta de grasas, sobre todo, saturadas.
Hidrata tu organismo.
Tu cuerpo precisa de al menos dos litros diarios de líquidos para mantenerse hidratado. Por este motivo, es crucial beber mucha agua (de seis a ocho vasos al día), aunque también se pueden tomar zumos naturales, infusiones y caldos.
No tomes alcohol si estás en tratamiento antibiótico.
Recuerda también moderar su ingesta de este tipo de bebidas en tu día a día. Es decir, no tomes más de un vaso al día de vino o cerveza.
Acude a tu ginecólogo regularmente.
Realízate revisiones al menos una vez al año y, en caso de sentir algún síntoma no habitual como picores u olor, no dudes en acudir al especialista. Posteriormente, sigue sus instrucciones fielmente.
Consulta a tu especialista sobre los probióticos.
Sobre todo, después de haber tomado antibióticos, los probióticos te ayudarán a favorecer la recuperación de la flora vaginal y a protegerte de posibles infecciones.

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