Al reconocer que una explicación más completa de los procesos humanos implica necesariamente el trabajo interdisciplinario que involucra no sólo a las disciplinas en sí mismas, sino también en cuanto a sus especializaciones y confluencias en otros campos de estudio y acción, se propone entender la relación de cada una con otras disciplinas y a partir de esa especialización ofrecer nuevas alternativas de complementariedad, intercambio y enriquecimiento en el vínculo antropología-psicología. Lo cual hace necesaria una integración de conocimientos, métodos y modelos de la Antropología y la Psicología.
Esta demuestra la articulación entre ambas disciplinas, mientras orienta sus estudios hacia la comprensión de la variación en los rasgos psicológicos y en las características de la personalidad entre las culturas.
La mutualidad entre estas dos ciencias, muestra una evolución concreta de comportamientos particulares que son funciones de contacto con rasgos culturales. La Psicología necesita un campo de objeto-estímulo y de acontecimientos culturales proporcionado por la Antropología para clasificar y estratificar los eventos psicológicos, el comportamiento humano es un fenómeno socio-psicológico, para cuya comprensión la Psicología puede contribuir tanto como la Antropología.
Hoy nos encontramos con una profesional de vasta experiencia. La Dra. Claudia Cáceres, Psicóloga Especialista en Psicoterapia Familiar, Adolescentes, Jóvenes y Adultos; Crecimiento Personal e Investigación; y también es Antropóloga, quien complace a la revista Beauty Health con una excelente entrevista.
BH ¿Podrías contarnos un poco acerca de tu preparación profesional? (Breve currículum profesional)
CC: Actualmente, estoy con un proyecto Pos-Doctoral en la Universidad de Valladolid, España, el cual consiste en la creación de un Programa de Salud Mental Comunitaria para Paraguay.
Doctora en Psicología con mención internacional, calificación Sobresaliente Cum Laude, por la Universidad de Salamanca, España.
Máster en Antropología Médica y Desarrollo Comunitario, también por la Universidad de Salamanca, con calificación Sobresaliente Matrícula de Honor y Premio extraordinario.
Además, cursé especializaciones y diplomados, realicé estancias de investigación en la Universidade do Porto, Portugal y la Universidade Federal da Integração Latinoamérica, Brasil. Las Universidades del exterior donde me formé aportaron de forma invaluable a mi crecimiento personal y profesional. Reconozco que las bases me dieron la Universidad Católica Ntra. Sra. de la Asunción y la Universidad Nacional de Itapúa, donde accedí a los primeros títulos en Ética y Psicología Clínica. En estas dos casas de estudios, actualmente me desempeño como Profesor Investigador, con publicaciones científicas en revistas internacionales indexadas.
BH: ¿Cómo inició tu inclinación profesional hacia la Psicología y dónde se concentra específicamente esta especialidad?
CC: Me embarqué a la Psicología con el objeto de comprender mejor a la persona, desde el funcionamiento de sus procesos mentales, su conducta y el desarrollo de sus potencialidades. Pronto descubrí que podía aportarme, a partir de sus herramientas prácticas y la posibilidad del autoconocimiento, una clave muy importante. La Psicología, a partir de nuevos enfoques, y el avance de la neurociencia cognitiva que le aporta, desde la década de los 90, se abrió camino hacia la salutogénisis; no quedándose solamente con una visión psicopatologizante del ser humano. Seligman (2000) señala que la Psicología se había abocado al estudio de las enfermedades en detrimento de los aspectos positivos y desarrollo de las potencialidades humanas. Y he ahí que nace el desarrollo y el crecimiento personal, enfocándose en el bienestar, el bienser, la calidad de vida y la satisfacción vital, con marcadas connotaciones en la salud mental positiva.
BH: La Psicología y la Antropología tienen una estrecha relación, ya que la cultura es el medio de interconducta y los eventos psicológicos basan sus rasgos conductuales en factores culturales. ¿Fue por ello que decidiste combinar estas disciplinas o, existió una razón especial?
Son dos disciplinas que se complementan perfectamente, a las que mi interés por la persona y las culturas, me han aproximado desde muy joven. Y actualmente me permiten una intervención de comprensión más integral de la persona en la psicoterapia. Es de reconocer que la cultura tiene una gran influencia en la asimilación de la conducta. Por eso, la salud mental puede asumirse como un constructo que integra condiciones personales, determinantes sociales y políticas públicas.
BH: ¿Podrías contarnos algunas experiencias más satisfactorias en el campo antropológico? Y, ¿qué es lo que más te gusta de la Psicología y la investigación?
CC: En cuanto a la Antropología, estoy más avocada a pueblos indígenas, con muchas experiencias satisfactorias, específicamente entre los Guaraní desde 1998, que data mi aproximación a la cultura.
- En trabajos de campo, las conversaciones de las madrugadas, junto al fuego y el mate, tienen una profundidad única. Es la mejor hora para aprender un poco más de las tantas sabidurías de los ancianos y ancianas, a treves de la escucha activa, el valor por la vida, el territorio como parte de su identidad y como cuidadores de la naturaleza. Las horas de las danzas sagradas/jeroky ñembo´e que se realizan al caer la tarde, la recepción del nombre, bendiciones de semillas, partes de su profunda espiritualidad.
- La cooperación para su desarrollo sustentable, sin carácter de asistencialismo, sino con aseguramiento de tierras, educación y salud intercultural, que realizo mediante organismos eclesiales.
- El ser testigo de cómo las abuelas acompañan tan cercanamente la educación de los nietos y nietas, desde el afecto y la libertad. Las hacen partícipes de sus actividades cotidianas para la transmisión de las pautas culturales, los valores, la espiritualidad y otros elementos relacionados con la construcción de una identidad Guaraní, para un estilo de vida amable, pacífico en su vida adulta, con sentido de humor.
- Y ver que esos niños y niñas hoy son profesionales, maestros y maestras en sus escuelas, enfermeras o promotores de salud en sus comunidades.
Respecto a la Psicología, me llena de satisfacción que las personas se encuentren a sí mismas, con su vocación personal y desarrollen sus capacidades potenciales. Y para esto, muchas veces, primero es necesario sanar heridas, acompañar con paciencia, cercanía empática a transitar un camino de trabajo personal intenso, con herramientas que generan trasformaciones, para finalmente el consultante lograr su vuelo de victoria.
Y la investigación es un aporte académico que me permite estar en constante actualización en las dos áreas de mi intervención, Psicología y Antropología, y líneas de estudio.
BH: ¿Tienes proyectos futuros en cuanto a la Antropología?
CC: Los indígenas en Paraguay son 117.150 como población total, distribuidos en 19 pueblos (Censo, 2012). En Itapúa, se encuentran los Mbya Guaraní y los Maka. Como proyecto futuro quiero crear un departamento o museo que permita la difusión de la diversidad cultural de los pueblos indígenas en Paraguay. Un espacio que permita fomentar el diálogo intercultural y propiciar la valoración de las culturas originarias presentes en el país, donde ellos sean los protagonistas de las actividades, como talleres y conferencias en torno a las culturas indígenas. El mismo contará con artesanías y acervo bibliográfico especializado (físico y digital) en temas indígenas, abierto a todo público, y que sea parte de la Ruta Jesuítica turística. Se podrá lograr a través de un trabajo interinstitucional.
BH: ¿Profesional y personalmente cómo estás sobrellevando la difícil situación de nuestra actualidad? ¿La pandemia te afectó en un modo específico?
CC: Viviendo el día a día y comprendiendo que la conciencia de la impermanencia es fundamental para vivir a plenitud cada momento, también ante al COVID-19. La sabiduría oriental que “cuando olvidamos la transitoriedad, sufrimos demás” aplico cada día. Todo pasará, tanto la tristeza que cala el alma como la felicidad que aparenta que se quedará. A un momento de crisis le sigue otro de reconstrucción. Desde mis propias vivencias y en la experiencia clínica como terapeuta, vi muchas personas que, de una angustia que parecía no acabar, supieron dejarse acompañar para dejar atrás lo que parecía no tener final. Es que cuando resistimos, nos quedamos detenidos, sean en situaciones actuales, o ideas antiguas, historias pasadas que oxidan nuestro interior, creencias limitantes que no permiten avanzar. Es aprender a soltar.
Además, en todo este tiempo, realizo teletrabajo como docente investigadora, consultas presenciales y online como psicóloga, ejercicios físicos y disfrutar al aire libre, contacto con las personas queridas. En lo que sí me afecta es que no puedo llegar a las comunidades indígenas.
BH: ¿Los pacientes acuden más por esta situación de pandemia u otras causas?
CC: Los consultantes acuden por causas varias, sean adolescentes, jóvenes y adultos. Unos por situaciones que ya venían cursando y se agudizaron en estos tiempos de COVID-19, como el caso de la relación de pareja y/o familiar. Otros, por motivos de ansiedad, estrés, depresión, crisis existenciales, duelo, etc. Y también para autoconocimiento, adquirir habilidades socioemocionales para el crecimiento personal. Destaco que, como sociedad, crecimos en cuanto a acudir a consulta para el cuidado de la salud mental.
BH: ¿Podrías dejarnos una reflexión y/o consejos como profesional sobre cómo seguir enfrentando la dura realidad que nos está tocando vivir?
CC: Al respecto, me detengo en dos de los términos que investigo: la resiliencia y la salud mental.
Desde el campo de la Psicología, la resiliencia es la capacidad que permite elaborar y superar la adversidad sobreponiéndose a sus efectos y proyectándose positivamente el futuro. Se trata de una competencia que se desarrolla. Es aplicada por primera vez a las personas en 1942, cuando la psiquiatra Scoville, de Inglaterra, la utilizó en época de la segunda guerra mundial. Hoy estamos ante una guerra con el COVID-19 y la resiliencia hoy nos invita a desarrollarla como competencia en nuestras vidas, a considerar que las adversidades//crisis son oportunidades para crecer y crear.
Así mismo, proceder con responsabilidad es una competencia personal, así como crear y construir vínculos saludables desde el distanciamiento social. La relación vínculo familiar nutricia es el motor en nuestras vidas y constituye el semillero de habilidades resilientes. Y como cultura nos caracteriza los fuertes vínculos familiares, que debemos procurar sean sanos. Y, si no podemos construir un ambiente así, es tiempo de solicitar ayuda profesional, para contar con la salud mental necesaria.
Nada es tan importante como la salud mental. Es la base para el bienestar, el crecimiento personal y la calidad de vida. Cuando la tienes, puedes lograr lo que te propones.
Si necesitas una consulta o los tuyos, puedes contactarme en la Clínica Tajy para la evaluación, diagnóstico y tratamiento o tu crecimiento personal.