La alimentación debe ser flexible no solamente en las temporadas de frío el cuerpo necesita de todos los nutrientes para crear defensas, fuerza e inmunidad.

Hoy en día vemos que hay una gran variedad de tipos de tratamientos nutricionales. Sobre todo, respecto al sobrepeso y sus consecuencias como la hipertensión, diabetes, dislipidemias, etc. surgen constantemente enfoques muy variados como la reducción de calorías, la eliminación de ciertos grupos de alimentos, la combinación de algunos tipos de alimentos, diferentes ayunos, etc. Y con todos estos métodos surge la controversia, ¿cuál es el mejor método de tratamiento? En mi opinión, el mejor método es el que mejor se adapte a cada persona, que logre los resultados buscados, y lo más importante, que estos resultados sean sostenibles en el tiempo.

La realidad es que una alimentación debe ser flexible, es muy difícil que una persona consuma solamente alimentos de una lista estricta, y en cantidades exactamente medidas. Por estos motivos, opino que la labor de los profesionales de la salud debe estar centrada más que nada en la educación, para que los pacientes conozcan los diferentes grupos de alimentos y sus beneficios, de manera que puedan tener opciones de reemplazos según los gustos y accesibilidad.

Además, es importante no demonizar a las comidas. En nuestro país tenemos una abundancia de menús tradicionales que son muy nutritivos y balanceados, solo debemos conocer la forma correcta de prepararlos y elegir los ingredientes. El vori vori, locro, soyo, kumanda so’o, entre otros, son platos completos que contienen todos los grupos de alimentos necesarios y nutritivos.

A veces, también nos privamos de ciertas frutas porque “engordan” supuestamente y nos olvidamos de los beneficios que aportan, como son las fibras, las vitaminas y los minerales. En este aspecto, lo importante es saber qué cantidad y cuál es la forma correcta de consumir las frutas, sin descartar la cáscara, en los casos que se pueda consumir, para preservar estos nutrientes tan importantes.

Lo mismo ocurre con los hidratos de carbono como pastas, panificados, mandioca, papa, etc. En mi opinión, no es necesario eliminarlos completamente de la alimentación, sino más bien consumirlos en cantidades controladas y siempre acompañados de fibras como verduras, y elegir opciones menos refinadas.

Los diferentes tipos de carnes y los lácteos también aportan nutrientes muy necesarios para nuestro cuerpo, y algunos de ellos de formas que solo se pueden aprovechar en estos alimentos, porque aunque estén presentes en otros alimentos no se absorben de la manera correcta.

Como dije más arriba, creo que lo más importante es que los resultados de un plan de alimentación sean sostenibles en el tiempo, por eso la alimentación debe ser agradable para la persona. El paciente no debe sentirse obligado a consumir alimentos que no son de su agrado, no debe sufrir por hambre, y debe ser capaz de mantener lo que consume hoy y lo que consumirá en 5 o 10 años, es decir formar hábitos de por vida.

 

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